Introducción
Los terneros recién nacidos tienen un sistema inmunitario subdesarrollado y carecen de anticuerpos maternos circulantes, por lo que son muy susceptibles a las enfermedades infecciosas. A diferencia de los humanos, donde la inmunidad pasiva se transfiere a través de la placenta, la placenta sinepiteliochorial de los bovinos impide la transferencia de inmunoglobulinas de la madre al feto (Peter, 2013). Como resultado, los terneros nacen sin inmunidad humoral y dependen totalmente de la ingesta de calostro para la inmunidad pasiva.
Las inmunoglobulinas y su papel en la inmunidad de los terneros

Figura 1. Proceso de absorción de inmunoglobulinas por pinocitosis en la célula intestinal.
¿Qué inmunoglobulina?
Aunque el calostro contiene otras inmunoglobulinas, como IgM e IgA, la IgG es el anticuerpo predominante (Figura 2) y el principal foco de investigación debido a su papel central en la inmunidad pasiva. Una vez absorbida, la IgG neutraliza los patógenos, mejora la opsonización y favorece el desarrollo de la inmunidad adaptativa (Janeway et al., 2001). Además, la IgG puede volver a secretarse en el intestino, contribuyendo a la inmunidad de la mucosa junto con la IgA (Besser et al., 1988; Ulfman et al., 2018) (como se muestra en la Figura 1).
Figura 2. Concentraciones posparto de IgG, IgA e IgM en el calostro durante 6 ordeños después del parto a intervalos de 12 horas. Datos de Stott et al. (1981).
Efectos de la inmunidad pasiva
Efectos a corto plazo
La falla en la transferencia de inmunidad pasiva (FTPI) se define típicamente como IgG sérica < 10 g/L en un ternero a las 24 a 36 horas de edad (Weaver et al., 2000). Utilizando este umbral, Raboisson et al. (2016) realizaron un metaanálisis de 10 estudios y encontraron que los terneros lecheros con FTPI tenían:
- 2,12 veces más riesgo de mortalidad
- 1,75 veces más riesgo de enfermedad respiratoria
- 1,51 veces más riesgo de diarrea
- 1,91 veces más riesgo de morbilidad global
- 81 g/día menos de ganancia media diaria
Acumulativamente, basándose en los resultados del estudio, se encontró que el impacto económico estimado de la FTPI era de $89,27 CAD por caso. De forma similar, Abdallah et al. (2022) realizaron un meta-análisis en terneros lecheros no de reposición (ternera o vacuno de leche) utilizando el mismo umbral de FTPI (< 10 g IgG/L) y encontraron que los terneros afectados tenían:
- 2,46 veces más probabilidades de mortalidad
- 3,03 veces más probabilidades de diarrea
Investigaciones más recientes sugieren que se deben utilizar umbrales más altos para definir una inmunidad pasiva adecuada. Lombard et al. (2020), a través del consenso de expertos, concluyeron que el umbral tradicional de 10 g/L es demasiado bajo y que alcanzar niveles más altos de IgG sérica es crítico para la salud óptima de los terneros. Los umbrales recomendados para las concentraciones séricas de IgG, proteína total y Brix % se describen en la Tabla 1.
Tabla 1. Concentraciones séricas consensuadas de IgG, proteína total y Brix %, junto con los objetivos sugeridos por Lombard et al. (2020).
Múltiples estudios han confirmado los beneficios de alcanzar umbrales de inmunidad pasiva más elevados. Sutter et al. (2023) analizaron los datos de proteína total en suero de 3.434 terneros lecheros muestreados entre los 2 y los 7 días de edad en una explotación lechera comercial. Encontraron que los terneros con excelente inmunidad pasiva (vs. pobre) tenían:
- 50% menor riesgo de enfermedad respiratoria
- 50% menor riesgo de morbilidad global
- 60% menor riesgo de mortalidad
- 0,04 kg/día más de ganancia media diaria
Crannell y Abuelo (2023), también obtuvieron resultados similares. Analizando los registros de proteína total en suero de 4.336 terneros lecheros muestreados entre los 2 y 7 días de edad en una granja lechera comercial, informaron que los terneros con excelente inmunidad pasiva (vs. pobre) tenían:
- 33% menor riesgo de diarrea
- 28% menor riesgo de enfermedad respiratoria
- 34% menor riesgo de morbilidad global
- 77% menor riesgo de mortalidad
Efectos a largo plazo
Pocos estudios han examinado los efectos a largo plazo de la inmunidad pasiva. DeNise et al. (1989) analizaron los niveles séricos de IgG en 1.000 terneras de las que se tomaron muestras entre las 24 y las 48 horas de edad y descubrieron que por cada incremento de 1 g/L en IgG, la producción de leche en la primera lactación aumentaba en 8,5 kg. Además, las terneras con IgG < 12 g/L presentaban las tasas más elevadas de sacrificio por baja producción en su primera lactación y una mayor mortalidad desde el nacimiento hasta los 180 días.
Más recientemente, Crannell y Abuelo (2023) aplicaron los umbrales de inmunidad pasiva de Lombard et al. (2020) y encontraron que los terneros en la categoría excelente (vs. pobre) tenían:
- 2,78 veces más riesgo de ser inseminada
- 2,22 veces más riesgo de quedarse preñada siendo novilla
- Riesgo 1,32 veces mayor de parir por primera vez
De forma similar, Faber et al. (2005), aunque no midieron directamente las IgG, informaron de que las terneras alimentadas con 4 L de calostro al nacer produjeron 955 kg más de leche en su primera lactación y 1.652 kg más en su segunda lactación en comparación con las que recibieron 2 L de calostro.
Más allá de la inmunidad pasiva
Aunque las IgG y la inmunidad pasiva han sido el objetivo principal, el calostro contiene una variedad de compuestos bioactivos que influyen en el desarrollo del sistema inmunitario y la salud intestinal (Blum y Hammon, 2000; Fischer-Tlustos et al., 2021). La alimentación con calostro poco después del nacimiento favorece la colonización microbiana temprana, promoviendo las bacterias beneficiosas y reduciendo al mismo tiempo los patógenos potenciales (Malmuthuge et al., 2015). Además, Fischer-Tlustos et al. (2020) informaron de que la ingesta temprana de calostro mejoraba la altura de las vellosidades y la profundidad de las criptas, aumentando la superficie de absorción de nutrientes. Aunque a menudo se hace hincapié en la IgG, sus beneficios pueden estar estrechamente relacionados con otros componentes bioactivos que contribuyen a la salud general de los terneros.
Mensajes para llevar
El calostro es esencial para la inmunidad de los terneros, ya que los recién nacidos nacen sin anticuerpos maternos y dependen totalmente de la transferencia pasiva para su protección. Debido a que la absorción de IgG disminuye rápidamente, con una permeabilidad significativamente reducida después de 12 horas, la alimentación oportuna con calostro es crítica. Una mayor inmunidad pasiva mejora la salud a corto plazo al reducir el riesgo de mortalidad, enfermedades respiratorias y diarrea, al tiempo que mejora el crecimiento. Los beneficios a largo plazo incluyen una mayor producción de leche de primera lactancia, menores tasas de sacrificio y un mejor rendimiento reproductivo. Investigaciones recientes sugieren que el umbral tradicional de 10 g/L de IgG es demasiado bajo, y que es necesario alcanzar niveles más altos de inmunidad pasiva para una salud y productividad óptimas. Garantizar que los terneros reciban una cantidad suficiente de calostro de alta calidad inmediatamente después de nacer es esencial para su salud, crecimiento y éxito a largo plazo.
Dave Renaud, DVM PhD, Profesor Asociado, Universidad de Guelph
Referencias
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